La cultura es todo lo que hacemos, define todo lo que somos, como nos percibimos a nosotros mismos, la forma en que asumimos el mundo que nos rodea y como interactuamos con nuestro entorno.
Según la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura) la cultura es un conjunto de rasgos, particulares y distintivos, que van desde las artes y las letras hasta los modos de vida, derechos fundamentales, sistemas de valores, tradiciones, costumbres y creencias, lenguas, hábitos, gastronomía, celebraciones y rituales, entre otros.
La cultura se construye de forma inevitable y natural a través de las relaciones entre personas y grupos, hasta convertirse en elementos propios, comunes y específicos de una zona o región determinada. Así, cuando un grupo de individuos se encuentra bajo una misma visión del mundo y un contexto o pasado común, se comienzan a expresar una serie de normas y comportamientos que conllevan el desarrollo de elementos que le identifican, caracterizan y diferencian. Estas normas y comportamientos se transmiten a través de la educación (formal e informal) y se pasan de generación en generación de forma tanto oral como escrita.
Lejos de ser estática, la cultura es el producto –y productor- de la vida comunitaria, por lo que no sólo se amolda a ella sino que se transforma en un proceso de evolución y renovación constante.