Cuando se conversa sobre el turismo y la cultura uno de los primeros conceptos en salir a flote es el de patrimonio y aunque ‘mal que bien’ podemos entender por el contexto a qué se refiere, puede que por desconocimiento no comprendamos su importancia. ¡Aclaremos!
La RAE define Patrimonio(1) como el “conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado […] son objeto de protección especial por la legislación”. La importancia radica en su capacidad de contribuir a la revalorización continua tanto de las culturas como de las identidades y en ser un importante vehículo para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las distintas generaciones.(2) Estos recursos son una “riqueza frágil” que una vez perdidas no son recuperables, por ello requieren la creación de políticas y modelos de desarrollo destinados a preservar y respetar su diversidad y singularidad. A nivel global la entidad de mayor autoridad en cuanto al tema patrimonial, educacional y cultural es la UNESCO y, con el objetivo de regular mejor esta responsabilidad, los estados miembros aprobaron en 1972 la ‘Convención del Patrimonio Mundial’ para proteger y conservar aquellos elementos de cada cultura y zona que, por sus notables cualidades, tienen un “Valor Universal Excepcional” ya sea desde el punto de vista de la historia, del arte, de la ciencia, de la conservación medioambiental o de la belleza estética. A raíz de esta convención se han tomado dos grandes categorías para clasificar el patrimonio: cultural y natural. Y, al respecto, cabe destacar que el relacionar el concepto de conservación de la naturaleza con el de preservación de sitios culturales convierte a la ‘Convención para el patrimonio mundial’ en una eficaz herramienta para afrontar desafíos como los relacionados con el cambio climático, la urbanización descontrolada, el turismo de masas, el desarrollo socioeconómico sostenible y las catástrofes naturales, entre otros. Patrimonio cultural y natural El patrimonio cultural está formado por los bienes culturales legados por el pasado a una nación (herencia) así como esos creados en el presente y a los que la sociedad les otorga una especial importancia histórica, científica, simbólica o estética. Estos pueden ser de naturaleza tangible (realizaciones materiales) o intangible (saber, técnicas, memoria, tradición…)(3). El patrimonio natural está constituido por la flora y fauna de un territorio e incluye monumentos naturales, formaciones geológicas o fisiográficas, lugares y zonas tales como las reservas de la biosfera, monumentos naturales, parques nacionales y santuarios de la naturaleza.
Patrimonios de la Humanidad
“Patrimonio de la Humanidad” es la marca bajo la cual la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) ha agrupado estos elementos que, por sus notables cualidades, tienen un “valor universal excepcional” ya sea desde el punto de vista de la historia, del arte, de la ciencia, de la conservación medioambiental o de la belleza estética. Con ellos ha conformado una lista que a la fecha reúne a más de mil sitios que representan la diversidad de nuestro planeta y de las personas que lo han habitado, mostrando el desarrollo de la historia humana y celebrando lo mejor de lo que somos y creamos.
Anualmente revisada y actualizada, la lista está dividida en tres categorías: cultural, natural y mixta. En cada nueva inclusión se implica el cumplimiento de una serie de criterios, compromisos y la posterior recepción de beneficios (logísticos, financieros y promocionales) para cada nación. Este proceso es un importante paso dentro de los esfuerzos de gestión y preservación patrimonial, pues en el mismo se involucran tanto las comunidades locales como los encargados de los sitios y las autoridades nacionales. Ojo, se han dado casos en donde el incumplimiento de lo acordado lleva a la eliminación de sitios de este selecto grupo por lo que esta inscripción representa un gran compromiso.
La Lista del Patrimonio Mundial incluye, a la fecha, un total de 1.073 sitios distribuidos en 167 ‘Estados Partes’. De los inscritos: 832 son culturales, 206 son naturales y 35 son mixtos.
Los beneficios son muchos y entre ellos se destacan no sólo el acceso a ayudas y fondos internacionales, sino la colocación dentro del mapa de los más relevantes atractivos turístico-culturales del mundo y por tanto la apertura a un nuevo mercado con afluencia de viajeros interesados en el valor y autenticidad de cada destino, quienes suelen poseer mayores presupuestos que los turistas de todo incluido y consumir mayores montos en productos de manufactura local o artesanal.
Al respecto, interrogamos a una empleada de un recién restaurado sitio en Bayreuth/Alemania sobre los cambios entre el antes y después de su nombramiento como patrimonio de la humanidad, y ella nos confirmó que las oleadas de visitas se han potenciado de forma tal que han superado todas las expectativas, y que el aumento se debe sin lugar a dudas al interés despertado en el público internacional a raíz de la inclusión en el listado de la UNESCO.
¿Hay un número máximo de sitios que pueden estar en la lista?
No, está claramente establecido que no hay ni un mínimo ni un máximo, pues lo que importa es la excepcionalidad, autenticidad y relevancia de los sitios, no su cantidad. La UNESCO sí ha mencionado que se está buscando nivelar el balance entre los sitios de tipo cultural y natural.
¿Por qué no se proponen más destinos?
Hay una larga espera de propuestas y nominaciones y llegar a ella es de por si un difícil logro. ¿En resumen? Primero hay que cumplir los exigentes criterios de selección, luego se debe demostrar por qué se posee un valor excepcional y por último tener un plan de gestión que demuestre cómo se protegerá y mejorará.