Si te atrae la idea de explorar culturas casi desconocidas y te maravillan las sorpresas que esconde la historia de las civilizaciones antiguas, prepárate para actualizar tu lista de destinos pendientes… Te presento a unos inmensos guerreros: los Atlantes de Tula. Estas colosales estatuas antiguas representan una joya histórica y cultural de México y nos transportan a una época llena de misterio y grandeza.
El legado de los Atlantes de Tula
Los Atlantes de Tula son unas estatuas antropomorfas que se erigen como símbolos de la grandeza de los guerreros toltecas. Con más de 4.5 metros de altura, estas imponentes figuras esculpidas a partir de bloques de basalto representan el ejército de Quetzalcóatl. De hecho, la vestimenta y el armamento portado por estos centinelas divinos han servido de evidencia de lo que típicamente usaría un guerrero tolteca del siglo X.
Como su nombre lo indica, jugaron un papel arquitectónico fungiendo como columnas que sostenían el techo de un templo. Desde su privilegiada ubicación, en la cima de la ‘Pirámide B’, se aprecia una espectacular vista panorámica de los vestigios del complejo monumental de Tula.
Un complejo centro urbano
Hoy ubicada en el estado de Hidalgo, Tula fue la capital de la cultura tolteca y una de las ciudades más importantes del México Antiguo. Se estima que por más de cuatro siglos este centro religioso, político y administrativo alojó a decenas de miles de habitantes.
Durante la visita guiada a estas ruinas arqueológicas, se aprecian los vestigios de lo que fue un complejo núcleo urbano compuesto por plazas, pirámides, palacios, calles, calzadas, puentes e icónicos espacios recreativos. Sirven de ejemplo los fragmentos del “Palacio Quemado”, una edificación llena de símbolos, de rituales, de ofrendas y cultos que data del 900-1200 d. C. y que representa lo que era una zona de poder en esta región. ¿Su relevancia? A la fecha, este espacio ceremonial es considerado como uno de los más singulares ejemplos de la arquitectura monumental de Mesoamérica.
Tula, diversidad natural
¡Cuidado con las víboras! Así dicen múltiples letreros que encontrarás en el recorrido. De hecho, es justo una de las primeras advertencias que dan los guías turísticos, mientras pide que por seguridad se siga el camino marcado. Tula de Allende cuenta con un suelo de tipo semidesértico y en primera impresión cualquiera cree que no hay nada que encontrar tras dar los primeros pasos entre sus matorrales, nopaleras y magueyeras. Sin embargo, yo hasta tuve la suerte de conocer en carne y hueso a un “xoloitzcuintle”, considerado por algunos como “una joya arqueológica viviente”. Esta raza de perro es especial por su fidelidad y por su valor espiritual, ya que tras la muerte de sus amos, este asume el rol de guía y protector en el más allá, llevándoles por el camino correcto y defendiéndoles del mal.
Una visita imperdible
Pese a tener unas 8 décadas de exploración arqueológica, esta zona aún guarda múltiples secretos, misterios y tesoros de altísimo valor histórico-cultural. Según nos dijeron, hay altas probabilidades de que lo mejor aún se encuentre debajo y oculto 💁🏻♀️.
Si durante tu visita a México no tienes la oportunidad de ir a Tula, pásate al menos por el Museo Nacional de Antropología y déjate sorprender por fascinantes fragmentos de los protagonistas de esta historia.